Un Nuevo Paradigma en la Farmacia Comunitaria de México
Q.F.B. Angel Roberto
11/28/20232 min read


La farmacia comunitaria, esa que encontramos cerca de nosotros y a la que podemos acceder a pie en muchas ocasiones, solía ser el lugar donde los antiguos "boticarios" ofrecían una amplia variedad de medicamentos. Sin embargo, en la actualidad, en nuestro país, México, estas farmacias parecen estar en un estado de estancamiento. En su mayoría, funcionan simplemente como puntos de venta de medicamentos, realizando intercambios de dinero por productos sin un verdadero interés por la salud del consumidor ni por el uso adecuado de los medicamentos. Esta falta de interacción entre el personal de la farmacia y el consumidor ha reemplazado la antigua conexión entre el boticario y el cliente, convirtiéndola en un simple acto entre el despachador y el consumidor.
En una época de libre mercado, podríamos pensar que el capitalismo debería regir en las farmacias. Sin embargo, ¿es la salud un negocio capitalista simplista? Aparentemente, para el sistema de farmacias en México, parece ser así. Los establecimientos se centran más en la venta de productos que en las verdaderas necesidades de la sociedad, que buscan, más que ofertas y misceláneas, una mejora en la salud. Mientras el país está lleno de oportunidades sin aprovechar, las cadenas se centran únicamente en las ventas y los profesionales evitan los nuevos desafíos. En la actualidad, la farmacia comunitaria mexicana parece estar desprofesionalizada, sumida en la ignorancia e indiferencia.
El nuevo paradigma de la farmacia comunitaria en México parece estar entre claroscuros, pero tiene un camino claro hacia la profesionalización. La oferta de servicios farmacéuticos profesionales asistenciales, la aplicación de atención farmacéutica, todo bajo la premisa de una atención integral y completa, como la asistencia primaria y el control de antibióticos, ofrece una amplia gama de opciones. En un país donde las enfermedades crónicas son protagonistas y la educación sanitaria es escasa, la farmacia enfrenta grandes retos. Ante un sistema de salud agobiado por largas esperas y malos tratos, surge la oportunidad de poner en valor a un profesional olvidado: el FARMACÉUTICO.
Y cuando decimos "FARMACÉUTICO", lo decimos con mayúsculas para destacar que no nos referimos a médicos, técnicos ni personal de bachillerato. No es un acto discriminatorio o elitista, sino más bien realista y sincero. La profesionalización implica un farmacéutico formado específicamente para esta área, con las herramientas necesarias para ayudar, cambiar y mejorar en un campo que parece haber sido olvidado en la búsqueda de modelos de farmacia supuestamente novedosos, pero que solo han empobrecido la salud y el conocimiento de la sociedad.
Puede parecer exagerado, pero la farmacia debería ser el templo del farmacéutico, un lugar donde las personas confíen en encontrar información, consejos y servicios profesionales. La farmacia debe ser un espacio donde los clientes se sientan cómodos compartiendo sus preocupaciones, ofreciendo así a la comunidad una vía clara de comunicación para avanzar hacia la mejora del sistema de salud.
Aunque el camino no sea fácil, los beneficios son enormes. Las pautas y las inspiraciones están disponibles al observar sistemas de países como España, Reino Unido y Canadá. Es esencial adaptar un modelo a nuestras necesidades, uno que se ajuste plenamente a nuestras fronteras. La farmacia comunitaria mexicana necesita al farmacéutico, y el farmacéutico mexicano necesita regresar a la farmacia comunitaria.